El exceso de peso es uno de los problemas más preocupantes en nuestra sociedad actual. Afecta a casi la mitad de la población y tiende a aumentar, tal y como advierten los estudios de la OMS. Entre las causas principales del exceso de peso se encuentran los desórdenes alimenticios con los que casi todos convivimos en algún momento de nuestra vida y que en no pocos casos están asociados a lo psicológico, así como las alteraciones hormonales, el estrés, incluso problemas emocionales que la gente acaba canalizando a través de la comida.
Cualquiera que sea el origen de aumento de peso, la consecuencia es un aumento de los depósitos de grasa, sobrepeso u obesidad, que siempre acaba resultando perjudicial para nuestra salud.
La comida, el sexo y el poder, 3 fuentes de placer
Antes de continuar, deberíamos puntualizar que la comida, junto con el sexo y el poder, entendido como la capacidad de poder hacer cosas, es una de las tres fuentes básicas de placer para el ser humano. En nuestra sociedad, por diversas circunstancias, se suelen sacrificar las dos últimas y acabe siendo el alimento la única forma de obtener una recompensa. Por eso, no es suficiente saber comer bien, sino que también es relevante ser capaz de generar en la persona las condiciones adecuadas para que uno pueda comer de forma más libre, sin sentirse condicionado por las circunstancias. O sea, lo importante es sentir lo que provoca el hambre, más veces de las que somos conscientes, que no podamos evitar lanzarnos a comer chocolate, pan o queso. Evidenciando que no somos todo lo libres que creemos para escoger lo que comemos o lo que no comemos.
Lo primero que debemos hacer, pues, es tratar de corregir esa relación “complicada” que muchos de nosotros tenemos con la comida. Por ejemplo, si alguno de nosotros se encuentra viviendo un período excesivamente largo de estrés ⎯cuyos síntomas físicos se harán presentes por medio de un agotamiento suprarrenal⎯, es casi seguro que va a comportarse de una manera muy concreta en su relación con la comida. Nuestra experiencia nos dice, que estos individuos no van a tener dificultad para controlar su desayuno o su comida, incluso no les va a suponer ningún problema no hacerlas sustituyéndolas por estimulantes ⎯café, refrescos, tabaco⎯, pero a partir de las 18 o 19 horas de ayuno van a sentir un apetito “irrefrenable” que solo serán capaces de resolver comiendo, tanto dulce como salado. En estos casos, como en otras situaciones, será fundamental regular la causa que provoca el desorden alimenticio en la persona, para poder realizar un ayuno sin que este le genere un estrés añadido.

Aprende a comer bien, limitando la ingesta de calorías
En un análisis simplista, diríamos que el sobrepeso es la consecuencia del exceso de calorías ingeridas respecto a las calorías consumidas, por lo tanto, si disminuyéramos la cantidad de calorías ingeridas a lo largo del día y aumentáramos las calorías utilizadas perderíamos peso. Sin embargo, no siempre esta relación causa⎯efecto es tan simple en todas las personas. Lo que sí es realmente importante es que el cuerpo almacena energía en forma de grasa, y que esta grasa procede, básicamente, de los hidratos de carbono refinados que ingerimos a lo largo del día y que no utilizamos para producir energía. Y estos son los alimentos que debemos evitar.
Durante el ayuno, el cuerpo primero entra en restricción calórica activando todos los mecanismos que describimos en nuestro libro, entre los cuales está la reactivación de la capacidad de utilizar la grasa como fuente de energía, lo que no solo hace perder peso, sino que también nos prepara para después poder seguir utilizando la grasa con que contamos como sustrato energético.
Esta utilización de la grasa de reserva provoca, en primer lugar una reactivación de los mecanismos fisiológicos que posteriormente al ayuno nos permitirán comer más racionalmente y sobre todo seguir utilizando esta grasa de reserva para producir energía sin necesitar comer cada pocas horas, y en segundo lugar, como no, una pérdida de peso por disminución de los depósitos de grasa. Aunque durante el ayuno también se produce un proceso de desintoxicación del organismo que favorece que se elimine mucho líquido que el cuerpo retiene para en un sentido figurado “diluir el exceso de toxinas”, ésta pérdida de peso, que tiene lugar en los primeros días de ayuno, también contribuye a la pérdida de peso que se produce durante un ayuno.
Durante los retiros de MI AYUNO se dan nociones a los participantes acerca del modo correcto y equilibrado de empezar a comer justo después del ayuno y acerca de cómo sería una dieta sana y equilibrada que alargue al máximo los beneficios obtenidos durante la estancia. Por eso, el post⎯ayuno será un momento clave para empezar a aprender a comer de forma saludable, momento en el que lo más aconsejable sería recurrir al consejo de un especialista en nutrición.
BIBLIOGRAFIA
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