Cecilia de Ridgeway
Acusada por el asesinato de su marido, decidió permanecer en silencio durante su juicio, motivo por el cual no se la pudo declarar culpable. Cecilia fue entonces confinada a una prisión preventiva. Se trataba de un método para hacer hablar a los reos, aislándolos en celdas estrechas, sin comida ni bebida.Sin embargo, a diferencia de la mayoría de acusados (que acababan hablando al cabo de uno o dos días), Cecilia Ridgeway no sucumbió a la tortura. Las semanas iban pasando, para asombro de la opinión pública, quien empezaba verlo como una señal divina de su inocencia.Al cabo de cuarenta días en ayuno absoluto, el mismo rey Eduardo III ordenó su liberación y decretó que fuesen retirados todos los cargos contra ella.