Literalmente, ayunar significa abstenerse de ingerir cualquier alimento. Se trata de un concepto aún hoy en día muy vinculado a tradiciones religiosas, concretamente a actos de penitencia. Sin embargo, esta práctica es más común de lo que la mayoría pensamos y, como veremos, una experiencia más natural, menos dolorosa, más saludable y con más historia de lo que nos parece.
Desde los inicios de la civilización, el ayuno siempre ha tenido su papel dentro de la sociedaden mayor o menor medida, ya sea con fines espirituales, religiosos, reivindicativos como con objetivos terapéuticos.
Desde el punto de vista religioso, el ayuno se establece, por lo general, como un acto de penitencia cuyo objeto es mostrar arrepentimiento y redimir los pecados. Las citas bíblicas son numerosas, no sólo en la religión cristiana sino en la mayoría de las que actualmente conocemos. Lamentablemente, aún hoy el acto de ayunar está excesivamente impregnado de estas connotaciones, lo cual hace que lo concibamos como algo negativo y vinculado al sufrimiento.
Otro de los ayunos más notorios es el que llevan a cabo las personas, en agrupaciones o individualmente, con el fin de reivindicar ideas o protestar contra injusticias. Dejando a un lado la eficacia de este tipo de manifestaciones, lo cierto es que el ayuno reivindicativo, social o político es otro de los motivos por el que se atribuyen connotaciones negativas al acto de ayunar: lo que solemos ver en las noticias son personas con aspecto desnutrido y a menudo en entornos poco higiénicos.
No obstante, lo que unos utilizan como arma para alcanzar fines individuales (redención) o sociales (reivindicación), muchos otros lo emplean con fines de naturaleza más constructiva, y éstos suelen ser los menos conocidos. Hablamos del ayuno terapéutico.
Existen múltiples formas de practicar el ayuno (ayuno intermitente, prolongado, de agua, de zumos, etc) así como múltiples beneficios que éste proporciona a nuestro organismo, desde el más obvio (adelgazamiento) hasta los más impensables, como por ejemplo la prevención y curación de enfermedades graves.
También hay que tener en cuenta que el ayuno puede provocare unos efectos secundarios y tener ciertas reacciones físicas en el cuerpo. Es necesario entonces seguir las pautas correctas y posiblemente el consejo de un profesional de la salud.
Como veremos en apartados sucesivos, existen múltiples formas de practicar el ayuno, así como múltiples beneficios que éste proporciona a nuestro organismo, desde el más obvio (adelgazamiento) hasta los más impensables, como por ejemplo la prevención y curación de enfermedades graves.